¿No te ha pasado que te encuentras frente a la página en blanco con millones de ideas, pero no logras hacer la conexión cerebro-dedos para escribir, que necesitas un tiempo fuera?
¿O quizá te sientes abrumada por estas mismas ideas o por el día a día y no logras concentrarte?
A mí sí me ha pasado y me siento terrible porque a pesar de que trato de hacer de la escritura una disciplina diaria, hay días en los que no logro escribir ni una letra. Estoy segura que más de una de ustedes les ha sucedido. Quiero decirles que es normal y que está bien. No están pasando por el temido “bloqueo” o “síndrome de la hoja en blanco”. Simplemente es parte de la dinámica de ser escritor.
No soy una experta y solo hablo desde mi experiencia y las experiencias que comparto con mis colegas escritoras . Lo que he concluido es que cuando esto sucede lo mejor es tomarse un tiempo fuera.
Olvidarse por unos días de la historia.
Salir de paseo, ir a tomarse un café con amigas, si es posible irse de vacaciones. Estoy segura que las ganas de sentarse a escribir y volcar todas las ideas en el papel vuelven.
Puedes leer algún libro romántico para relajarte.
Yo comparo esa situación con ese problema al que le das vueltas y vueltas y no consigues solucionar. De repente viene alguien y en cinco segundos te ofrece la solución o tú misma cuando te alejas un poco y decides mirar el problema desde otra perspectiva te das cuenta que el problema no era tan grave como lo habías pensado. Solo tenías que alejarte un poco, tomarte tu tiempo fuera.
Tal vez estamos tan involucradas en nuestra historia, tenemos tantas ideas. Tantas escenas en nuestra cabeza que quieren salir que todas se atascan exactamente en el canal de comunicación del cerebro a los dedos. Se quedan todas ahí queriendo salir pero sin dejar salir a la otra. No sé, así me lo imagino pero en nuestra cabeza y lo que sentimos es frustración porque no podemos sentarnos a descargarlas de una vez.
El tiempo fuera te ayudará a ordenar tus ideas…

Las emociones también nos inspiran, lee mi entrada «Escribir desde la emoción».
A mí me pasa exactamente lo mismo. Creo que tu consejo es muy bueno, no hay nada mejor que despejarse y divorciarse un rato de la historia. Después solita, la historia te llama. (Por cierto, me encantan tus portadas).Con afecto, Amanda LaneleyAutora de «Lo que amo de Dublín»